¿POR QUÉ MAFALDA ODIA LA TV PERO NO LA RADIO?
1. La niñez en los ‘60
En la década de 1960 la radio era ya un objeto familiar; no tanto así la tele. ¿Cuál era el lugar de esta nueva tecnología en los hogares argentinos? ¿Qué se decía de ella? En la obra de Quino, donde se retrata con precisión y perspicacia el imaginario nacional, las referencias a la TV y la Radio eran recurrentes. Invito al lector a sumergirse en algunas de las exquisitas viñetas de Mafalda; desentrañemos la visión de Quino sobre el rol social de la tecnología a través de los ojos de Mafalda, de su personaje más icónico.
2. ¿Qué se escuchaba en los ‘60?
A través de la radio Mafalda atravesaba una década que parecía darlo vuelta todo.[1] Desde casa se enteraba de la revolución feminista, la construcción del muro de Berlín, el asesinato de J. F. Kennedy, el sueño de Martin Luther King, el campeonato de Muhammad Ali, el Concilio Vaticano II, el Mayo Francés, la Guerra de Vietnam, la Guerra Fría; la música de The Beatles, Los Gatos y Almendra; la llegada del hombre a la luna, el despegue del Concorde, el primer trasplante de corazón, el funcionamiento de computadoras conectadas en red, etc. (Fig. 1 y 2)
Desde la mirada de Mafalda y sus amigos la radio era el artefacto por cuyo medio el mundo externo mágicamente se reducía al ámbito hogareño sin mayores mutaciones. El discurso radial como medio de expresión de la realidad le resultaba altamente confiable a Mafalda. Las palabras reflejaban el mundo, describían hechos, vehiculizaban aquello que estaba sucediendo. Antes que la veracidad de los dichos radiales, a Mafalda le preocupaba la realidad mundial, una realidad hostil, conflictiva, mas esperanzadora, henchida de ideales, a la que lxs niñxs todavía no tenían pleno acceso. (Fig. 3) La radio era entonces una puerta a dicha realidad. ¿Qué imágenes se habrá formado Mafalda de ese mundo externo al que sólo conocía a través de la palabra? ¿Cómo se lo habrá representado? La llegada de la TV significaría, entre varias otras cosas, el ocaso de ese universo imaginario que la radio exigía a sus oyentes.
3. El discurso de la evidencia
La desconfianza hacia el lenguaje es un viejo asunto de los filósofos. De acuerdo con algunos pensadores modernos, la conexión entre las palabras y las cosas se había disuelto por completo durante la baja edad media en el marco de la filosofía escolástica. El filósofo inglés Francis Bacon fue uno de los más influyentes detractores del pugilismo argumentativo promovido por “las escuelas”. En su célebre Novum Organum de 1620 argumenta en contra del -inútil- abuso en el empleo de los términos del lenguaje. Éstos, por no estar precedidos de una observación atenta, muchas veces o nombran cosas que no existen -“a las que nada en realidad corresponden”-, o nombran cosas que sí refieren a la realidad pero empleando términos “derivados apresurada e irregularmente de las realidades”. El filósofo inglés propone una vuelta a las cosas siendo la observación la principal herramienta para el estudio sistemático de la realidad. Empleando la facultad de la visión i. e., procediendo a partir de una observación atenta que no esté mediada por el discurso ni la autoridad de los filósofos, los objetos del mundo se revelarían por entero; la ciencia debe fundarse entonces en la evidencia recogida por medio de la observación minuciosa de las cosas y de los hechos donde éstas adquieren sentido.
Atendiendo a estas consideraciones, la ventaja de la TV sobre la radio sería la siguiente: la TV utiliza la fuerza de las imágenes como representación de la realidad. Más aun, a diferencia de la radio, la TV no requiere de traducción alguna de la realidad: simplemente la muestra. Ahora bien: ¿qué porción de la realidad mostraba la TV en los ’60?
4. Mafalda y la TV
Son muchas las viñetas en las que Mafalda u otrxs personajes de la historieta están frente a la pantalla. Las situaciones televisivas recreadas por Quino no tenían por objeto, como sí sucedía con la radio, la consideración de los distintos hechos y problemáticas del mundo en que vivimos; por el contrario, el objeto a considerar críticamente por Quino era la TV misma. Observemos la siguiente viñeta; a juicio de Mafalda, la programación hacia fines de la década de 1960 dejaba mucho que desear…
Los contenidos televisivos, como se ve abajo (fig. 5) no cumplían precisamente un rol educativo:
Sin embargo, la cultura de la imagen influía poderosamente en la conducta de los televidentes; si no, observemos a Guille:
Es esa misma cultura de la imagen la que alentaba a través de los avisos publicitarios unos hábitos de consumo que escapaban por mucho al bolsillo de un empleado de una empresa de seguros, como era el caso del padre de Mafalda:
Todo ello dirige a Mafalda a la siguiente conclusión: la mejor manera de cultivar el espíritu crítico frente a la pantalla, es desenchufando la TV…
5. Ver para no creer
De acuerdo con las viñetas presentadas, Mafalda exhibe una clara preferencia por la radio sobre la TV. Esto plantea la siguiente paradoja: el discurso oral, despojado de la evidencia que suministran las imágenes, constituye para Quino el acceso más confiable al conocimiento de los hechos de la realidad. Pero entonces, ¿qué nos muestra la TV? ¿De qué dan cuenta sus imágenes? ¿Evidencia de qué son? ¿Qué relación guardan con la realidad? Aquí no son posibles respuestas definitivas. Por alguna razón, Quino no cuestiona la realidad que se traduce en el discurso radial. Es probable que simplemente se haya valido de la imagen de la radio para exponer su propia visión de los hechos de la realidad. De ser así, el humorista mendocino no pretendía con la historieta de Mafalda cuestionar los efectos de la radiofonía en la sociedad. En cambio, desde su mirada la TV se presentaba como una tecnología capaz de moldear un tipo determinado de sociedad. El carácter performativo de la TV estaría fundado en el poder de persuasión que poseen las imágenes. Éstas se conjugaban en un sistema de valores, opciones y metas que alentaban una sociedad basada en el consumo, enajenada de las luchas y valores colectivos. La Revolución Social, tantas veces arengada por Libertad, aun en tiempos del rosariazo y del cordobazo, tenía como enemigo principal a una sociedad que premiaba el éxito individual y la capacidad de consumo. (Fig. 9 y 10)
6. Como cierre, un interrogante…
Quienes atravesamos la infancia durante la década del ’80 convivimos con total naturalidad con la TV y la radio. Ninguno de estos artefactos irrumpían en nuestro cotidiano. Se trataba de un canal a través del cual la realidad se transmitía sin alteración alguna. Luego, con la llegada masiva en la década de 1990 de las primeras computadoras personales experimentamos un delicado proceso de adaptación a esta nueva tecnología. Al principio las computadoras eran resistidas. En algunas familias podían pasar semanas -o meses- sin que nadie encendiera la PC: “es una herramienta para trabajar, no para jugar a los jueguitos”, nos decían nuestrxs padres y madres. Actualmente, al igual que la TV, el celular y la Laptop se volvieron dispositivos que forman parte de nuestro cotidiano. Los artefactos tecnológicos significan nuestro espacio e interactúan con nosotrxs; pensamos y hacemos por, para y a través de ellos. Sin duda, algo respira bajo la coraza de la radio, la TV y la compu.
La computación ofrece posibilidades infinitas para la generación de contenidos y la resolución de problemas en casi todas las áreas del quehacer humano; permite representar la realidad de múltiples maneras, muchas de las cuales permanecen aún inexploradas; proporciona modos de circulación de la información a escala galáctica; no obstante todas estas sorprendentes funcionalidades, las computadoras son prisioneras de las mismas lógicas que Quino supo cuestionar de la TV, a saber, el culto a la imagen y la mercantilización de todos los aspectos de nuestra vida. El interrogante que se presenta tras analizar el rol de la TV en la historieta de Mafalda es el siguiente: en tiempos de redes sociales, de likes y de selfies; en tiempos del reinado del meme y del botón de compartir: ¿no estaremos como nunca antes más profundamente alienados de los fines y valores colectivos que permitan transformar el mundo que habitamos en un lugar más justo?
[1] Recomiendo al lector de Pogo la nota titulada La última generación.