LUCIANO NO ALUCINA

Los límites entre lo público y lo privado se vuelven más que laxos, inexistentes en los tiempos que vuelan.

Es así como “los requisitos de Luciano”, como lo titularon los medios y el perverso microuniverso de macropoder que es Twitter, transformaron un catálogo desesperado de frustraciones de alguien en una burla personal y un trending topic con sus correspondientes 15 segundos de fama, fortuna (de los que ganan con los retuits) y oprobio del desdichado autor.

Si uno se detiene unos minutos en analizar cada uno de sus 20 requisitos puede ver que detrás de ellos no hay un misógino bruto e insensible sino alguien que, harto de los fracasos que proponen las aplicaciones de citas, decidió acotar los contactos a ciertas variables que el algoritmo se niega a registrar. Te guste o no lo que pida. En cualquier caso es su perfil y está en su derecho.

En Clarín lo tratan de misógino pero misoginia sería exigir que su “match” lave los platos, se quede callada cuando él habla, gane menos, sonría siempre, sea santa de día y puta de noche. Y no olvidar que las princesas son requisito previo de cualquier misógino… no su contrario.

La mayoría de  los comentarios en la red del pájaro loco apuntan a que en realidad está dirigido a una “zurda” que lo hizo cornudo (¿de qué baúl del más rancio machismo nace esa idea que no está presente en el escrito?) cuando en realidad pone en la misma lista pañuelos verdes y celestes y mezcla “terroristas de la gramática” (sin aclarar si está en contra de quien la mal usa o quien la defiende como un talibán) en el medio de una ensalada de resentimiento que no tiene una sola destinataria sino diversas representantes del espectro sociocultural y político, más allá de las identificadas específicamente con un “espektro”.

¿No es más prejuicio aún considerar que la suma de algunos de los ítems mencionados son requisito excluyente de una postura política e ideológica? ¿Solo las pibas deconstruidas de la UBA sede Puan estudian psicología, son drama queens, princesas, dolidas o frágiles emocionales?

Si quieren les paso varios perfiles de integrantes de otras profesiones, carreras de universidades públicas o privadas, edades -y por qué no, sexos- que entran perfectamente en cualquiera de esas categorías.

Porque, seamos honestos y nos preguntemos: ¿Cuántas de las primeras se sacan fotos en lancha en el Delta o visitan asiduamente bares como The Hole? Con solo googlear el lugar te das cuenta de que allí hippies no hay ni a palos y que muchas de las que salen en la foto seguro se llaman Florencia, no llevan tatuaje ni fuman 4:20. Y esos son los dos ítems que coleccionan mayor cantidad de cruces en su discurso… más que todas las demás juntas.

El 90% de los comentarios le auguran un futuro de soledad en el pajonal de la vergüenza.

Pero tengo también ejemplos de sobra de mujeres que harían match perfecto con él y que publican sus “requisitos” en la misma red y con la misma (absolutamente válida) impunidad. Para muestra vaya el botoneo de un perfil con el que me crucé hace unos meses y del que al menos tuve la delicadeza de no guardar su foto, ni escracharla en todas en las redes. Aunque bien lo merecía… por la falta de empatía que reclama.

En fin, va siendo hora que dejemos tranquilos a los Lucianos del mundo porque no son ellos el problema; son sólo un daño colateral más. Y seguir dilapidando nuestra energía en descargar nuestras frustraciones en las de otros sólo ayuda a un sistema que convierte a toda lucha en consumo, eslogan, post políticamente correcto o simpático meme que adormece.

La lucha es contra un modelo que nos obliga a definir géneros, posturas extremas ante cada cosa, amores y odios, amigos y enemigos, darle forma de ogro al otro que no es igual a mí.

Pero recordemos que en esa batalla gana sólo el que vende las armas… nunca nadie de ningún bando.

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