El teatro, un arte difícil de envasar
En estos tiempos de reclusión, intentando no ponernos al alcance de la pandemia que nos tiene rodeados, la virtualidad se ha vuelto exponencial. La circulación de películas, de músicas, de obras visuales, de libros en formato “a domicilio” se ha multiplicado. Y, si bien nos llegan sugerencias para ver teatro grabado en video, esto representa la invitación que menos nos atrae. No tenemos naturalizado el ver teatro filmado, aunque la oferta está. Y no se puede obviar lo que informó hace días en su muro el dramaturgo, director y actor Lautaro Vilo, quien junto a Rubén Szuchmacher reactualizó el Hamlet de Shakespeare:
“En sólo dos días y cuatro horas que estuvo disponible, Hamlet tuvo 152.000 visualizaciones en Internet. Casi el doble de la gente que asistió el año pasado a ver la obra (80.000 personas). Recibimos muchísimos mensajes desde los lugares más disímiles con comentarios de gente que se quedó afuera y la pudo ver de esta manera, o de quienes vivían demasiado lejos y de otra forma no hubieran podido verla”. Esa información es muy interesante, pero no salda las limitaciones del teatro filmado. El propio Vilo afirma en su post que la versión en video de Hamlet está hecha “sin buscar reemplazar nada, porque el hecho estético en vivo es irremplazable”, pero que su circulación en ese formato “democratiza aún más esto que hacemos y que en estos días extrañamos tanto”.
Esta nota parte de la hipótesis de que el teatro (las artes escénicas en general) es el arte que más pierde en su versión filmada o en video, cosa que no ocurre con otras artes: la música, el cine, la plástica, la literatura circulan con mayor fluidez por las redes. El teatro es más interaccional, más cara a cara, una ceremonia que exige la presencia conjunta de actores y espectadores. Más que ninguna otra arte, porque hasta la música, que en vivo es performance, ha sido trasladada hace ya tanto al formato industrial, y se ha vuelto tan masiva, que no pierde su fuerza performática mientras conserve su poder sonoro, en esa otra industria poderosísima que es la del video musical.
Esa no es la única explicación. Comentando esto con un amigo teatrista dominicano, dramaturgo y director, Carlos Castro, me dice que “el teatro es un género muy estricto y cerrado. Si lo llevas al cine, tienes que convertirlo en cine. Al teatro, cuando tú lo montas y lo filmas, siempre se ve falso. Y siempre que uno envía una pieza filmada por alguna razón, por ejemplo a un festival, te dicen que no edites y que no alteres, pero como quiera, ese no es su lenguaje. La filmación no lo traduce bien. Cuando tú pones teatro filmado, todo se ve muy exagerado, como si fuera mentira”.
Creo que esto reconduce al valor de la presencia cara a cara, ese “orden” de la vida social que inspiró al sociólogo canadiense Ervin Goffman, en los años sesenta, sus análisis sobre la interacción. Pero el tema tiene varias otras derivaciones y reflexiones que me pareció rico trasladar a algunos teatristas cordobeses, para que hablen desde sus propias experiencias de hacer teatro. Uno de ellos es Ariel Dávila, de BiNeural Monokultur, proyecto junto a Christina Ruff que ha dado muchas puestas y se ha perfilado últimamente hacia el “audiotour”, un teatro de puestas concebidas en escenarios no convencionales o tomando directamente a la propia ciudad como marco del ritual dramático.
Ariel responde lo siguiente al tema que le propongo: “Es un tema interesante, se está discutiendo bastante en estos tiempos de encierro. Para mí el teatro es experiencia y presencia también. Pero hay distintos tipos de experiencia: no es lo mismo estar frente a una pantalla que delante de una instalación o un actor o un músico. Para mí son experiencias diferentes, es más intenso si tu cuerpo como espectador está rodeado de estímulos sensoriales a si estas en un sillón tirado mirando una tablet. El teatro, ante el advenimiento de nuevas tecnologías mediales, se concentró en una de sus virtudes que es la presencia, el error, el vivo, la reacción colectiva. Pero yo soy de los que experimentan en una liminalidad, un cruce, donde exploramos posibilidades tecnológicas. Teleteatro, audiotoures, teatro interactivo con audio. También creo que el teatro siempre tuvo una relación con la tecnología desde los griegos con el Deus Ex Machina hasta la actualidad, estoy escribiendo una tesis sobre eso. Así que, si bien creo que se pierde algo con el teatro filmado, también hay que investigar si tal vez se gane algo. La pregunta sería: ¿Qué pasará si cada vez más hay teatro por internet? ¿Habrá que pensar eso como posible? Pensaba también que, por ejemplo, hay mucha gente que no tiene acceso a determinadas obras, porque están lejos, o son caras o no se consiguen entrada. Existen ya un par de plataformas donde se brinda por un precio barato obras de teatro, en España hay varias. No es de mi gusto ver teatro en video, pero a veces lo hice con obras que me interesan y que están bien filmadas. No lo condeno tampoco.”
Por su parte, la dramaturga y directora Daniela Martín, de La Convención Teatro, experta en la relectura escénica del teatro clásico y figura sustancial de la escena en Córdoba, responde a mi interrogante como sigue:
“Mira, varixs colegas están compartiendo sus obras por Youtube, liberando por este tiempo ese material. Lo entiendo como algo transitorio, pero nada más. Las veces que he sido juradx de eventos, y he tenido que ver las obras en videos, fue un espanto. Si bien en algunas clases uso videos, siempre es algo que se hace como último recurso…. Es como decís vos, una ceremonia que exige la presencia. Lo que pasa es que en este momento está todo tan dado vueltas, que estamos haciendo lo que podemos… me parece que más tiene que ver con eso que con otra cosa. A esta discusión, con otras variantes, la estamos teniendo fuertemente con lxs docentes de la carrera. Para las materias actorales, trabajar con aulas virtuales está siendo muy conflictivo. Y justamente se vincula con eso, con la tensión entre la virtualidad como salida rápida, frente a una disciplina que implica cuerpo, presencia, encuentro.”
El tema es rico y abre, como se ve, diversos enfoques. Mi último consultado fue Jorge Villegas, consagrado creador de Zéppelin Teatro, dramaturgo cordobés notable a quien se concedió en 2017 el Premio Podestá en reconocimiento a la Trayectoria Honorable, otorgado por la Asociación Argentina de Actores y el Senado de la Nación. A continuación, y a modo de cierre, nunca conclusión, la respuesta que recibí de él: “La relación entre el teatro y el video o el cine y la discusión de si es o no es teatro una obra filmada no es nueva y está claro que por definición el teatro ‘no es eso que está filmado ahí’, en el ‘video’ de la obra. La imagen en celuloide no puede reemplazar a la dada por la presencia de los cuerpxs por muchas razones: el teatro es aquí y ahora, y ese hic et nunc incluye tu presencia en el lugar, la ceremonia ‘aurática’ de la que habla Dubatti: todxs juntxos allí en el mismo momento y en el mismo lugar. Claro que eso sumado a la efimeridad -el teatro desaparece con la función, ese objeto artístico ya jamás volverá a ser visto- son cualidades de riesgo para el arte escénico, sin embargo también son su fortaleza, la presencia de los cuerpos, el timbre de la voz humana al ser oída en vivo, el compartir con otrxs un acontecimiento único, da un significado especial a cada función: si están viendo una peli con Brad Pitt y justo llega el de Glovo, ponés la pausa y listo, a comer la pizza, Brad nunca sabrá del hecho, en cambio en el teatro eso sería terrible porque al actor sí le modificás su experiencia actuante con tu atención o desatención en tanto espectador; recordemos que esta palabra proviene de ‘el que tiene expectativa’. Un buen registro puede permitir disfrutar de una obra filmada muy bien, de hecho, yo accedo a ver teatro europeo de ese modo, pero no vi las funciones, vi sus registros, el teatro tiene un misterioso y antiguo origen en la magia y su prueba es ésta: nunca volverás a ver nuevamente la misma función; cuando terminó, ella desaparece, sólo queda en tu memoria.”
Muy completo y claro. Me gustó el análisis y los distintos aportes