EL GABINETE DE CURIOSIDADES MUSICALES
Play me Old King Cole
(The Musical Box, GENESIS, 1971)
That I may join with you.
La idea de escribir este texto surgió confusamente una tarde del mes julio mientras seguía una de las tantas transmisiones en vivo en tiempos de pandemia. Se trata del ciclo Charlatans que organiza el grupo Data Science Argentina. En una de las discusiones, uno de los invitados al ciclo comenta de pasada que en la actualidad se encuentra en pleno desarrollo un software capaz de “adivinar” qué canción se escucha a partir de los movimientos corporales del músico que la está ejecutando.[i] Confieso que me vi de niño imitando los movimientos de Jimmy Page en “Since I’ve Been Loving You”. Superado este flash back, ciertamente predecible, me dispuse a revisar una carpeta que guardaba una variedad de PDFs; casi sin querer, terminé dando con un libro que bajé hace unos 15 años; se trata de un volumen de Bredekamp, historiador del arte alemán, quien tempranamente en su carrera investigó sobre la historia de los “gabinetes de curiosidades” europeos (Kunstkammer) entre los siglos XVI y XVIII.[ii] Estos espacios exhibían colecciones de objetos de todo el mundo hasta entonces conocido, a saber, fósiles y especies exóticas, obras de arte; ya llegando al siglo XVIII, en los gabinetes se exponían los primeros autómatas.[iii] La tesis de Bredekamp da cuenta de una mirada penetrante y de un amplio conocimiento de la historia de la filosofía y de la cultura: “En los gabinetes de curiosidades de los siglo XVI al XVIII se producía ya una auténtica historización de la naturaleza”.[iv] Los gabinetes de curiosidades, antes que una mera colección de objetos inconexos, constituían verdaderos microcosmos en los que se ilustraba el devenir de los objetos y de las especies naturales que se entrelazaban con los artefactos técnicos producto de la mano del hombre, en un gradual e indeterminado pasaje de lo natural a lo artificial. ¡Qué notable es el alcance de estas ideas de Bredekamp! Me pregunto: ¿La historia natural (naturalia)y la historia de la técnica (artificialia) son entonces una y la misma cosa? Y el hombre, intermediario e inventor, ¿no es acaso también el fruto y resultado de la propia técnica? Examinemos esta idea. Veamos cómo se presenta en el caso de los instrumentos musicales, por cierto, uno de los objetos que formaban parte de estos curiosos gabinetes.
Desde tiempos remotos, varios milenios atrás de hecho, el luthier ha contribuido fuertemente en la materialización y expansión de la cultura siendo al mismo tiempo artesano y hechicero, creador de sonidos que a través de su invención podían alcanzar el corazón de quienes escuchaban.[v] El músico versado no se engaña, sabe al igual que el luthier que los objetos tienen vida, que expresan y que son expresión de su medio; que en ellos resuenan el bosque, el eco de los cerros y también el río. Advierte en las terminaciones, en el trabajo sobre la madera, las marcas de un instrumento que resguarda sofisticadas y arcanas técnicas de construcción. Explorando el instrumento, jugando con el laúd o el contrabajo, el músico reconoce al propio luthier. En inglés, así como en francés y en alemán (y de seguro en otras lenguas) en lugar de “tocar” se emplea el término “jugar”. Por ejemplo, tocar el contrabajo en francés se dice jouer la contrabasse; jugar es entonces sinónimo de conocer, de aprender, de intercambiar sabiendo mantener un código; también de descubrir y de informar (en el sentido de dar forma). Ahora bien, como en todo juego cada quien conoce al otrx desde su propio universo; negocia y refleja sobre otrxs sus aprendizajes y valores al tiempo que descubre odiosos límites y temores infundados. A diferencia de otros objetos técnicos, las tecnologías computacionales por caso,[vi] con los instrumentos musicales sí pudimos establecer una relación inteligente, lúdica, dinámica, traviesa y plural. Aquí pido perdón por mi exceso de entusiasmo a los maltratados teclados de Charly y a las Violas de Gamba incineradas tras la toma de la Bastilla. Pero, exceptuando estos episodios, vemos en los instrumentos musicales al compañero del cual queremos su amistad. No obstante, este acercamiento, largamente transitado por los hombres, ha sido también largamente postergado por mujeres. El fenómeno masivo de consustanciación entre mujeres e instrumentos musicales es de hecho muy reciente; creo por ello que las mujeres se encuentran en un lugar inmejorable para discurrir sobre la relación entre instrumento y cuerpo humano: se vislumbran los primeros movimientos provocativos de un tango que promete ser sin duda fascinante. Una contrabajista de larga trayectoria parece confirmar mis dichos. Les dejo su perspicaz mirada sobre el tema, antes de cerrar la nota con una propuesta simpática.
Durante mis infructuosos intentos por mejorar mi técnica de contrabajo, varias veces me planteé si acaso alguien con un cuerpo más robusto que el mío contaba con alguna ventaja para hacer sonar decentemente a esa fracción de tronco con cuerdas. Un poco avergonzado, confieso que pensé que el contrabajo se trataba de un instrumento exclusivamente masculino. ¡Cuánta candidez! Un día me encontré en Youtube con Esperanza Sapalding soleando frente al propio Obama; no mucho después, fue Lila Horovitz (www.youtube.com/c/lilahorovitz)[vii] quien me enseñó que el límite que estaba estableciendo, no era más que mi propio límite. Con alta precisión y fuerza, Lila lleva por el mundo la música ciudadana del Río de la Plata. Su técnica con el arco francés arrastra todo el sur de Buenos Aires. Su manera de tocar, y toda ella, parecen una muestra de la ciudad porteña, de sus conventillos y adoquines. Consultándole sobre el la relación del cuerpo con el contrabajo, me dijo:
“(…) no considero que la técnica del instrumento responda a cánones sexistas… es decir, que se haya conformado en torno a un cuerpo masculino y eso difiera, dificulte, condicione el cuerpo femenino. Sí es cierto que es un instrumento grande, voluminoso, que requiere para su sonido de unas fuerzas precisas y bien empleadas; tengo muchos años estudiándolas (…) la fuerza debe hacerse con los músculos de la espalda, el trapecio y los dorsales, dejar el brazo relajado y permitir que esa fuerza llegue a la mano donde los dedos sostienen el arco; la fuerza de la gravedad y el peso de la mano sobre las cuerdas hacen el resto”.
La solidez de sus argumentos no admitieron objeción alguna; sólo me quedaba practicar un poco más y saber cerrar mi boca a tiempo. Pero mientras preparaba la respuesta, vi que entraba otro mensaje. Tras leerlo, con la charla en mente sobre el software que deduce las canciones por el movimiento corporal, sumado a mis pocas ganas de asumir la corrección de una montaña de parciales, comencé a escribir el borrador de la presente nota:
“(…) hombres y mujeres tenemos conceptos distintos en muchos aspectos y la música funciona como la pócima que nos hace invisibles, o más bien transparentes; posee la facultad de hacer visible hasta el último pensamiento que tuvimos en el baño esta mañana, nos delata… nuestro ego se expresa y regocija. Llevo el tango en el cuerpo. Y llevo el tango al cuerpo. Y llevo el cuerpo al contrabajo, que es el que nos hace bailar”. No tengo mucho más que añadir a sus palabras. El instrumento musical, a la vez reflejo y artífice del medio. Cómplice. El resto es todo música. Como cierre, me gustaría retomar el hilo planteado en torno a la tesis de Bredekamp, el continuo entre naturalia y artificialia, entre las personas y las cosas. ¿Qué les parece si iniciamos el diseño de un gabinete de curiosidades acotado a los objetos musicales? Un gabinete que esté abierto al público, emplazado en pleno centro cordobés, en el que se exhiba el devenir de los instrumentos y utensilios musicales de Argentina. Un gabinete de los instrumentos, curioso, que acerque el golpe profundo del bombo legüero al latido originario del continente africano; que exhiba el trauma y el estrés del desembarco del barroco, la guitarra y el violín. Que la evolución palmaria de estos instrumentos nos transporte de la pampa a la ciudad, del gaucho Martín Fierro a Discépolo y Gardel. Que la selva y la tierra colorada justifiquen un Ramón Ayala. Revelar por qué es Nacional ese rock que compusieron Nebbia, Moris y Spinetta. En este gabinete no podrá faltar el camino que condujo del fonógrafo al formato mp3; incluyamos una historia de las tecnologías para componer… el multipista a casette, el Band-in-a-box, el Magenta y el Audacity. Un gabinete, en fin, que vincule los sonidos de esta tierra con el devenir de los objetos musicales, así, en algunos pocos metros cuadrados, naturaleza, arte y ciencia, partes y todo de un mismo mi
[i] https://www.facebook.com/manuelaristaran/videos/10163788583665305/ (1h 14 m)
[ii] Bredekamp, Host. (1992) Antikensehnsucht und Maschinenglauben. Die Geschichte der Kunstkammer und die Zukunft der Kunstgeschichte, Berlin (Berlin).
[iii] https://www.youtube.com/watch?v=IeTOqDb-86s
[iv] “(…) dans les cabinets de curiosités du XVI• au XVIII• siècle, s’élaborait déjà une authentique historisation de la nature. Ibid., p. 15.
[v] Cf. Becker, Luthfi. (1982) La viole de gambe. En Precis techniques 9 (colección), Dessain et Tolra (París).
[vi] Sobre este tema, consultar en POGO la siguiente nota publicada en el mes de junio: https://pogo.com.ar/y-por-que-no-un-museo-de-los-algoritmos-computacionales/
[vii] Lila Horovitz es contrabajista, bajista, compositora y arreglista. También es performer, investigadora de las expresiones escénicas desde la interpretación del contrabajo en consonancia con la voz, el cuerpo, la dramaturgia, y apasionada por expandir los límites de las disciplinas. Obtuvo numerosos premios en Argentina y en Europa. Fue precursora del movimiento tanguero joven de los años 90 primero en Argentina y luego mundialmente con el grupo Tangata Rea que grabó para el prestigioso sello alemán Winter & Winter. Su primer disco solista “Preludio del Primer Día” fue presentado en 2009 en la Convención Internacional de Contrabajistas (ISB) en Pennsylvania, EEUU. Fue incluida en el Calendario ISB 2009 de los 12 contrabajistas destacados del año. Es creadora, productora, arreglista e intérprete de la compañía de teatro gestual/música/danza/humor FUNAMVIOLISTAS, ganadora del Premio Max de las Artes Escénicas 2014 y de otros 6 premios nacionales e internacionales. En el año 2019 integró como artista la prestigiosa compañía Cirque du Soleil girando por Canadá y participando del proceso creativo de su último espectáculo “Alegría, in a new light”.