UN JINGLE AL FRENTE
Los ensayos de Proceso a Ricutti en las afueras de Villa Allende no pasaron desapercibidos para los vecinos, que estaban acostumbrados a la paz casi rural de la comarca y que ahora se veían aturdidos por el batifondo de una banda de músicos profesionales. Entre los que se asomaron a curiosear lo que estaba pasando, surgió uno que los invitó a tocar en el Salón Parroquial del cura Humberto Mariani, donde eran habituales los eventos artísticos. Parecía una broma del destino que ese grupo de desacatados fuese a debutar dentro de un marco eclesiástico, pero los cuatro acordaron que era el lugar y el momento para darse a conocer.
El sábado 25 de julio de 1987, en el contexto de un “festival juvenil”, Proceso a Ricutti tocó por primera vez frente al público, como broche de oro de una velada que les confirmó sus presunciones de que podían sonar de forma poderosa y precisa. Además, el repertorio que presentaron fue muy bien recibido por un auditorio heterogéneo, compuesto sobre todo por gente del vecindario que solía responder a las convocatorias de este tipo, destinadas a recaudar fondos para las actividades de la parroquia. En especial entre los adolescentes, las canciones causaron un efecto prometedor.
Una vez que bajaron del escenario, se pusieron de cabeza tras el objetivo de grabar sus composiciones, algo para lo que necesitaban juntar el dinero que pagara las horas de estudio y de edición. La financiación llegó de la manera menos esperada, cuando a través de sus contactos políticos en la Legislatura de Córdoba, Paco Ferranti recibió un encargo desopilante. Un dirigente político vecinalista de Realicó, en La Pampa, se postulaba para intendente en las elecciones del 6 de septiembre y precisaba que le grabasen un jingle. Su partido era el Frente Cívico Realiquense, nombre que era muy complicado de cantar, aunque no imposible.
Con el incentivo de cobrar una buena retribución, pusieron manos a la obra sobre la base de un casete donde el propio candidato canturreaba una especie de himno a su pueblo y un eslogan proselitista. Tincho Siboldi se metió de lleno con los arreglos y entre todos hicieron encajar la letra, pero faltaba una voz más gruesa que pudiera entonarla de manera adecuada. Y así fue como el técnico a cargo de la consola, Juanjo López Vidal, quien había sido cantante del grupo Garage, se animó a vocalizar el esperpento y, de esa manera, redondear la faena de acuerdo a las indicaciones que habían recibido.
En su pugna por la intendencia, el Frente Cívico Realiquense obtuvo exiguos 515 votos y salió tercero cómodo, detrás del Partido Justicialista, que cosechó 1758 sufragios, y la Unión Cívica Radical, que recibió 1414. Ajenos a esa derrota, los músicos de Proceso a Ricutti ya habían reunido los fondos para financiar la grabación de un demo, que sería registrado bajo la responsabilidad de Sergio Oliva en los Estudios Pira. ‘Yo fui relator de salto en alto’ y ‘Desnudo en Siberia’ fueron los temas elegidos para ese casete, cuyas copias empezaron a circular en procura de difusión.
A la par de estos planes que ellos estaban llevando a cabo, los escenarios urbanos levantaban temperatura con la constante aparición de bandas que comulgaban con una redefinición de los parámetros estéticos vigentes y que encontraban espectadores deseosos de avistar en Córdoba algo de aquello que ya regía como tendencia en el hemisferio norte y en Buenos Aires.
Este fragmento corresponde al libro “Relato de un salto en alto. Proceso a Ricutti y el rock de Córdoba en los 80”, de Dirty Ortiz, que acaba de salir a la venta a través de las editoriales Vademécum y Rayosan Libros. La presentación virtual se realiza el sábado 31 de octubre a las 12.30 en el Facebook Municipalidad Río Tercero , donde luego quedará alojado el video (https://www.facebook.com/MunicipalidadRio3/).