QUE ESO NO SE HACE, QUE ESO NO SE DICE, QUE ESO NO SE TOCA

A la gente no hay que tocarla”, me dijo Dessie Ann en un audio desde Londres el otro día. Dessie Ann es mi sobrinita. Tiene 3 años y sus papás -con muy buen tino- le han explicado que no podemos vernos (ni salir a la calle, ni tocarnos, ni viajar) porque afuera hay un virus muy contagioso que puede enfermarnos. 

Al principio me causó mucha ternura que desde su pequeña estatura y con una vocecita entreverada me diera explicaciones tan acertadas del porqué resultaba imposible que pudiéramos abrazarnos y llenarnos de besos (aunque sólo fuera por el momento). 

Pero luego, otra idea me sacó del romanticismo que me había provocado su alocución tan temprana y me puse a pensar en el significado de las palabras, en la potencia de su uso y en la brutalidad de sus consecuencias. 

Entonces caí en la cuenta de que Dessie Ann, a tan corta edad, había tenido que aprender que -más allá de su papá, su mamá y su hermanito Liam, con quienes está transitando este aislamiento que de la noche a la mañana puso al mundo patas arriba- hay que mantener cierta distancia de nuestros pares, incluso si éstos son nuestros afectos más queridos.  

Ella, que a través del juego había ido incorporando conceptos como amor, amistad, cariño, de pronto se vio obligada a asimilar nociones como virus, enfermedad, encierro, muerte; todo eso a la velocidad de un rayo.  

No puedo evitar pensar en cómo será Dessie Ann de acá a un par de años. En la Dessie Ann del futuro. En esa hermosa mujer en la que -sin lugar a dudas- se convertirá. 

Me inquieta pensar cómo será en los lazos con sus pares, en sus relaciones íntimas, en los vínculos que entable con la otredad.

¿Será cariñosa?, ¿guardará distancia física? (¿guardará distancia emocional?), ¿pondrá más atención en el contacto con el cuerpo del otro?, ¿abrazará a sus seres queridos o se limitará en ese acto de dar amor que resulta tan vital para la raza humana?, ¿se dejará abrazar por sus amigos, por sus parejas, por sus colegas?    

Más allá de su entorno cercano, cuyo objetivo primordial es preservar la salud de esa niña y ayudarla a comprender una situación tan excepcional como la que nos ha tocado atravesar, pienso en el modo de comunicar que tenemos los seres humanos. Me detengo especialmente en el rol de comunicadores, periodistas y quienes de una u otra forma tienen en sus manos la tarea de difundir información sobre los hechos que trae aparejados el COVID-19.

Me retrotraigo a hace 80 días, cuando esta pandemia que hoy nos desafía a hacer pronósticos acerca de cómo será la “nueva realidad” recién empezaba a asomarse y caigo en la cuenta de lo peligrosas que pueden volverse ciertas metáforas. 

Estamos en guerra contra un enemigo invisible”, dijo el presidente francés Emmanuel Macron en marzo pasado cuando empezaba a suspender las actividades públicas masivas en ese país. Al mismo tiempo, en diferentes puntos del mundo se oía que se avecinaban momentos en los que deberíamos ajustarnos los cinturones porque estábamos en “economía de guerra”.

Al poco tiempo Donald Trump se declaraba a sí mismo “Presidente de guerra” y el expresidente boliviano Evo Morales aseveraba que “China había ganado la tercera guerra mundial sin disparar un arma”. 

Epidemiólogos y virólogos arremetían públicamente diciendo que el “choque” sería inminente y que sólo restaba constatar “si chocaríamos de costado o de frente”.  

En Córdoba (Argentina), a poco de declararse el aislamiento preventivo social y obligatorio, un audio que circulaba por whatsapp dejaba oír a un alto mando del ejército que, exaltado, instruía a sus tropas sobre los tiempos venideros, utilizando términos como “protocolo”, “triaje”, “óbito”, mientras planteaba un sinfín de escenarios posibles en los que ellos no sólo deberían hacerse a la idea de manipular cadáveres sino que además estarían “en primera línea de fuego”.

Podría seguir y la lista sería infinita. Pero basten algunos ejemplos como muestra. 

No es lo mismo contención que control. Como tampoco es lo mismo preocuparse que ocuparse; o tener cuidado que tener miedo. 

Pareciera ser que a veces olvidamos lo que los discursos habilitan, y palabras como amenaza, emergencia, peligro, catástrofe -sensacionalismos éstos que a la prensa amarilla les encantan- no escatiman. 

Al respecto, el filósofo austríaco Fritz Mauthner señalaba en “Juego de lenguaje” que todas las palabras están preñadas de su propia historia y que “cada palabra lleva en sí una infinita evolución de metáfora en metáfora. Si el que emplea la palabra tuviera presente sólo una parte de esta evolución metafórica del lenguaje, no hablaría por la cantidad de visiones que tendría; pero como no la tiene presente, emplea cada palabra según su convencional valor diario, como ficha de juego, y con esta ficha de juego da sólo un valor imaginario, nunca una intuición”. 

Por otro lado, el sociólogo y máster en lingüística Cristián Santibáñez Yáñez advierte que si bien el lenguaje se erige sobre una plataforma perceptiva de los individuos, lo que tiene significación en él, es la acción que sugiere luego de su uso. 

Al respecto, la teoría de John Austin ilustra muy bien lo señalado por Santibañez Yáñez al distinguir los enunciados constatativos de los enunciados performativos, definiendo a estos últimos como aquellos que buscan transformar la realidad: el lenguaje se convierte entonces en acción y las palabras producen lo que aparentan meramente indicar. 

Así, la utilización de metáforas como guerra, catástrofe o enemigo invisible para describir el momento actual puede derivar en la creencia de un estado de excepción, bajo el cual la realidad se vuelva impredecible. 

Parafraseando a Emmanuel Lévinas: “el estado de guerra suspende la moral” y una sociedad que abraza el uso de metáforas bélicas para comunicar los hechos recientes conlleva ciertos riesgos -por caso, la suspensión de la moral que menciona Lévinas- que merecen la pena ser atendidos.  

Dessie Ann es apenas una niña. Pero no es solamente mi sobrina. Esa niña es todos los niños del mundo. Y ellos son nuestra responsabilidad. Seamos cuidadosos con el uso de nuestras palabras. Cuidémoslos.

2 Comments
  1. Susana dice

    Muy buen escrito!
    Lectura interesante, en el danzan palabras técnicas y tecnicismos, atropellos e inseguridades tan propios de una nueva era … De muertes imprevistas …o que ocurren en la generalidad de los días y hoy se posicionan …
    De un futuro de
    Cotomias, miedos …sin sentidos y abrumadoras palabras, que pueden llevar al caos, a la confusión o al desaliento.

  2. Susana dice

    * Dicotomias..

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