POETAS EN SU VOZ: LAURA GARCÍA DEL CASTAÑO
Laura García del Castaño ha publicado ocho libros de poesía, entre los que se cuentan La vida en que sueñas (Recovecos, 2012), El animal no domesticado (Pan comido, 2014) y El sueño de Sara Singer (Llanto de mudo, 2014). Publica en el blog: www.lapalabrasembrada.blogspot.com
Irma Grese pone música en el pabellón de las mujeres No ruega por nosotras Se pregunta por un dios más alto No ruega por nosotras No hay nadie aquí Salvo la luz del fuego donde seca su uniforme de loba que le ordenan sangre, de loba que le piden pelos y frutos de recién nacida. Ella viene por nosotras Sospecha que oscurece Viene por nosotras Su silbido de alma paralítica Viene por nosotras El perro blanco que soltó en Belsen Viene por nosotras Acunadas por el paso de la muerte Ella viene por nosotras Con su linterna enfoca un seno, un pie, una manta que no entrega Hay gases que en la noche crecen mansos y sin huesos Irma pone música en el pabellón de las mujeres Flota el traumerei de Shuman Flotan sus caderas Hay anuncio de látigos Su luz negra apunta la niebla El experto animal nos merodea Aquí el silencio alumbra como una gran madre Como una bella loba que le ordenan sangre y cumple Pone música en el pabellón de las mujeres Nos acuna con la excusa de un dios más alto
La mancha
La birome revienta en el bolso Una mancha oscura florece con fuerza ingresa en el anverso de la tela nos anuncia que adentro se inició el desastre entonces uno familiariza imágenes, regresa, por ejemplo a la charla de esa noche, una frase que dijiste con el gesto apacible del experto tirador que sabe que ha dado en una arteria mayor que es cuestión de tiempo para que sea una línea roja al descubierto ¿Cómo fue que nos abandonamos luego a lo superfluo? que seguimos adelante Intercambiando una vida sin noción de que algo se disparó adentro sin nosotros Una palabra perfora de pronto la mañana mancha ese tejido terso que nos sostuvo milimétricos durante años
El abrazo perfecto
De pie nos abrazamos Recostados uno en el otro en la parte acolchada de un desierto En la tele dos escorpiones danzan sobre una piedra Cada día llevamos el chisme a la mesa el reflujo de una visión chata, indolente lo hombreado tras una jornada de ceniza silencios cegadores y florales envuelven finamente la precariedad como una pastilla que se toma diariamente y que nos expondrá al pavor Tragamos una mentira a fin de convencernos Hay una fisura en la esterilidad de nuestra calma Detrás dos escorpiones se dan el abrazo perfecto: un aguijón gana sobre otro, ambos se contraen y finalmente se sueltan sin que sepamos muy bien quien de los dos resultó abatido
La más mejor