HACKEAR AL CAPITALISMO

“En cambio considero que se debe más bien elogiar a los geómetras porque (…) descubrieron el arte de progresar y de sacar tanto de tan poco”.

(G.W. Leibniz)
 

Un muchacho estadounidense encontró el punto débil en los términos y condiciones de una promoción que la compañía Pepsi Cola lanzó a mediados de la década de 1990.[1] Gracias a ello, este joven pudo acceder al beneficio máximo de una promo que entregaba, a quienes acumulaban 7 millones de puntos, nada más y nada menos que un jet caza Sea Harrier -un premio hecho a la medida de un norteamericano medio. El problema que se presentó fue el siguiente: la compañía de ninguna manera había contemplado la posibilidad de que alguien llegase a juntar lo que para ellxs era una suma técnicamente inalcanzable de puntos. Pepsi se negó a entregar el premio máximo y de inmediato hizo algunas correcciones para volver, ahora sí, técnicamente inalcanzable la cantidad necesaria de puntos para poder canjearlos por el estrafalario avión de guerra.

Más aquí en el tiempo, los integrantes de Vulpeck,[2] el grupo estadounidense de rock alternativo, doblegaron la lógica perversa de monetarización de Spotify. Subieron a la plataforma un disco -con gracia titulado Sleepify– compuesto de diez canciones completamente mudas y pidieron a sus numerosos fans a través de las redes sociales que por las noches reprodujeran sin pausa la obra musical espuria. Los chicos de Míchigan notaron que la plataforma tendría que pagar diariamente, por cada oyente, 4 u$d. Sin necesidad de componer, arreglar y grabar, Vulpeck obtuvo a través de Spotify los fondos suficientes para organizar una serie de recitales gratuitos en agradecimiento a sus seguidores. Supongo que tocaron temas de los otros discos. Finalmente Spotify bajó el disco de la plataforma de streaming y pautó nuevas condiciones para evitar que el sistema diera lugar a este tipo de anomalías.

Un caso semejante a los anteriores pero mucho más reciente concierne a Reddit. Se trata de un sitio con un foro sobre asuntos financieros llamado WallStreetBets del que participan varixs millones de usuarixs, quienes coordinaron sus movimientos para torcer -al menos por unas semanas- el brazo de los más engrosados grupos financieros que realizan ventas de acciones en corto -‘shortselling’- apostando a la pronta caída de ciertas empresas para luego recomprar esas acciones a un valor mucho menor obteniendo ganancias con la desgracia ajena. Una de las empresas sobre la que se practicó la estrategia de ventas en corto fue GameStop. Lxs usuarixs de Reddit compraron en simultáneo acciones de GameStop, lo que provocó el alza de esas acciones en el mercado obligando a los grandes grupos financieros a recomprar acciones no para obtener ganancias sino para morigerar las pérdidas -‘shortsqueeze’- que la osada estrategia pergeñada por estos jóvenes ¿brokers? estaba provocando.[3]

La compu: una caja de Pandora

Los tres casos que he descrito sucintamente arriba parecen confirmar que todo sistema humano contiene la semilla de su propia destrucción. De humano es errar. O en términos menos coloquiales, de todo conjunto de reglas se pueden seguir efectos inesperados. El lector dirá que los sistemas de reglas pueden arrojar resultados impredecibles cuando se basan en reglas ambiguas, formuladas con poca precisión. A contramano de nuestras intuiciones, en la década de 1930 Karl Gödel por un lado, y Alonzo Church y Alan Turing por el otro, dinamitaron con ingeniosas demostraciones el programa lógico-matemático iniciado por Hilbert para sentar las bases rigurosas -en un conjunto de axiomas y reglas formalmente definidas- del conocimiento matemático. En efecto, los metateoremas de Gödel y Church-Turing probaron que los sistemas formales poseen importantes limitaciones. Por ejemplo, el resultado de Church-Turing demuestra que no es posible escribir un algoritmo que pueda decidir si una proposición lógica dentro de un sistema es demostrable -i. e., si es un teorema del sistema. En el ámbito de la computación, un problema de decisión es el denominado halting problem o problema de la parada. Un teorema demostrado por Turing dice que no es posible determinar si al ejecutar un programa para realizar cierta tarea, éste se detendrá tras realizar dicha tarea o si continuará computando indefinidamente -i. e., si el programa ingresará en un bucle infinito. Otro problema de decisión lo formuló Henry G. Rice. En 1951 demostró la imposibilidad de determinar ciertas propiedades comportamentales de un programa. Un programa computacional es demostrablemente impredecible.[4] Esto significa, por caso, que no es posible escribir un algoritmo que pueda decidir si un programa tendrá un comportamiento indeseado o malicioso. Notemos aquí que incluso un ambiente determinístico como el de la computación está atravesado por la incertidumbre y la sorpresa.

De virus, hackers e historietas

‘Virus’, ‘malware’, ‘bugs’, ‘vulnerabilidades’, ‘exploits’, son todos términos con un cierto aire de familia -pero no sinónimos dentro la jerga computacional- que remiten al universo del delito informático. Todo software tiene vulnerabilidades, sólo hay que contar con las habilidades para identificarlas, tarea que un hacker suele realizar a fin, por caso, de ejecutar un programa como otro usuarix, de acceder y recopilar datos prohibidos, de inyectar un programa que controle determinadas funciones del Sistema Operativo, etc. La figura del hacker, paulatinamente y de manera inversa a lo que suele suceder, pasó de villano a héroe. Más aún, hemos romantizado la figura del hacker. Se presenta en el imaginario colectivo como un justiciero, suerte de Robin Hood que por un momento pone de rodillas al poder. El hacker como portador de información confidencial, de verdades inconfesables. Sobre él se ha depositado la esperanza de grandes transformaciones. El hacking, se piensa, bien podría subvertir un orden mundial que genera día a día mayor desigualdad. La analogía con V -el personaje principal de la historieta “V for Vendetta” creada por Alan Moore en la década de 1980- es casi perfecta.[5] En efecto, para escribir el código de un programa se requiere diseñar un algoritmo o un conjunto de algoritmos, i. e., una serie de instrucciones que, si se ejecutan paso a paso, permiten realizar con alta precisión cierta tarea. El programa, en este caso, está concebido para explotar las vulnerabilidades identificadas en un sistema. El personaje de Moore parece ajustarse muy bien a esta idea: V diseña un plan; éste contempla todas las variables posibles. Luego, la ejecución del plan para derrocar al poder fascista que gobierna Inglaterra deberá realizarse sin omitir ningún paso. Previamente, V debió encontrar los puntos débiles de su enemigo y burlar un complejo sistema de seguridad estatal. Ahora bien, cuando de vencer sistemas de seguridad para generar una crisis político-social de escala se trata, la analogía entre el dominio de la computación y el de los asuntos humanos se disuelve. Ello se debe a que, de un tiempo a esta parte, todo el sistema de transacciones financieras, y todo los sistemas de vigilancia y seguridad estatal, paraestatal e interestatal, dependen en gran medida de programas computacionales, un estado de cosas, vale decir, no previsto en el escenario futurista de “V for Vendetta”. Por el contrario, el personaje de V tiene un porte caballeresco, domina el Saiz y la Espada, escucha clásicos de la década del ’50, y se rige por un código de valores cuasi-victoriano.

Salir del agujero interior

En la Ética del Hacker y el espíritu de la era de la información, Pekka Himanen diferencia al hacker del cracker o pirata informático que busca identificar vulnerabilidades en los sistemas para romperlos. El hacker adopta, por el contrario, un comportamiento constructivo y emplea sus conocimientos para mejorar, transformar y crear nuevos sistemas.

La computación en la actualidad es el resultado de un “eterno y grácil bucle” que evolucionó de unos pocos y sencillos principios sembrados en 1936 por Turing y Church. Al igual que la matemática, la computación parece responder a esquemas conceptuales abiertos. Lxs verdaderxs hackers, una comunidad allende la lógica del mercado, lo saben. Para ellxs, la respuesta está en crear. El programa para hackear al capitalismo quizás sea la más ilustrativa expresión de nuestra incapacidad para pensarnos por fuera de él. Volviendo a la historieta de Alan Moore, sin duda V representa un personaje fascinante, cautivador; mas también opaco, solitario y lleno de rencor. Debemos cuestionar la figura del cracker; éste, al igual que V, es una especie de ludita victoriano. El hacker, como parte de un colectivo creador que asume el desafío tecnológico como trampolín del cambio, puede resultar una figura de mayor potencial para seguir explorando paralelos entre el terreno de la computación y el de la política.


[1]   Cf. artículo (en línea) de Adrián Paenza publicado en Página 12 el 8-04-2021 titulado Los puntos de la Pepsi.

[2]   Cf. artículo (en línea) de Ewan Palmer publicado el 28-04-2014 titulado Spotify Removes Vulpeck Silent Album ‘Sleepify’ for Violating Terms.

[3]   Cf. artículo (en línea) de Portafolio del 28-01-2021 titulado Jóvenes aficionados ponen a temblar a los barones de Wall Street

[4]   Mientras escribía esta nota, como suele suceder, daba con material muy interesante que no podía obviar. Dejo al lector la conferencia animada recientemente por Javier Blanco en el ciclo ¿Un futuro automatizado? Perspectivas críticas y tecnodiversidad.

[5]   De hecho, el colectivo Anonymous ya estableció la analogía entre V for Vendetta y el hackerismo hace 18 años.

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