CLIENTES DESDE LA INFANCIA

 

Pasan las fiestas y uno queda asqueado de consumos. Los grandes supermercados parecen saqueados, en aquellas infinitas góndolas que destinaron a juguetes desde hace un par de meses atrás. Es que parece que, en esta tradición religiosa y consumista, los verdaderos clientes, son esos locos bajitos, que una vez supo nombrar Serrat.

Este consumo de juguetes que a simple vista parece inofensivo, sin lugar a dudas, logra perpetuar un sistema socio cultural desigual que al mercado le sigue sirviendo.

Los juguetes cumplen un papel fundamental en la educación y la creación del universo simbólico de los niños y niñas. Incluso, desde antes de nacer, ya se les hacen regalos, se preparan vestimentas divididas por colores y hasta se compran pañales “Huggies campeones” o “Huggies princesas” según el sexo del recién nacido. A través de los objetos y juguetes que las niñeces consumen, se imponen estereotipos sociales y sexistas que son reproducidos desde hace décadas perpetuando modelos ya obsoletos pero gananciales. Se trata no sólo de ofrecer productos para consumir sino también moldear al niño que lo consume.

Sólo basta detenerse en los carteles publicitarios o las publicidades televisivas para poder ver las diferentes propuestas. Para las niñas es todo color rosa o colores pasteles con una música de fondo melódica, con un tono de voz delicado ofreciendo muñecas, artefactos del hogar en miniatura, kit de maquillajes, juegos de supermercado y hasta una escoba con palita… sí, así como leen, UNA ESCOBA CON PALITA. Para los niños en cambio, predominan los colores azules, neutros, con voz acelerada y fuerte de un publicista hombre. Les ofrecen juegos de guerras, juegos de estrategias, automóviles y muñecos superhéroes, que distan bastante de la princesa que no puede ni flexionar las piernas al sentarse.

La división sexista de roles sale a la superficie en los anuncios y las propuestas de consumo. De esta manera, asociamos a las nenas con el rol de madre que está en el hogar, en un tiempo circular, que cuida a su bebé, cocina, compra en el supermercado y se preocupa por su estética con los maquillajes y peines por doquier. Los varones, en cambio, serán los protagonistas en juegos de combate en donde deben ser fuertes, estrategas, rudos, héroes. ¿No será mucha la carga para ellos? ¿No será mucha la desigualdad para ellas?

Definitivamente, el mercado de juguetes presenta un mundo feliz con una sola vía de acceso, ignorando la diversidad de infancias. Reproduce modelos machistas y patriarcales que en algún otro espacio se deben debatir y reflexionar.

Como educadora y defensora de la ESI1 (que si debe meterse con tus hijxs), pienso en la escuela como ese posible espacio. Pero resulta que la escuela en la que crecimos también copia las lógicas, los lenguajes y los formatos del mercado. Me pregunto entonces:

¿Podrá la escuela proponer espacios de crítica sobre la industria juguetera? ¿Podrá esa misma escuela, que aun hoy reproduce en sus ritos, uniformes y acuerdos de convivencia, modelos sexistas, ofrecer una alternativa?

Esperemos que sí, sino continuaremos en la misma góndola de supermercado de hace décadas, esperando ser comprados, para ser princesa o campeón, depende.

 

 

1 Educación Sexual Integral. Ley Nacional 26.150

 

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