CARLOS BUSQUED, LECTOR DE DANTE

A fines de los años ´80 del siglo pasado, Córdoba era un páramo culturalmente hablando. La dictadura de Menéndez aún dejaba ver sus marcas de dolor. A diferencia, por ejemplo, de lo que pasaba en Buenos Aires o en Rosario, en Córdoba Capital no teníamos una voz intelectual a la cual seguir o en la cual confiar. Estábamos perdidos, como Dante, en “una selva oscura”.

Recuerdo que a comienzos de los años ´90 comencé a participar de algún que otro programa en la FM Cooperativa, recomendando libros. Por aquellos años las “FM truchas” (como se les decía a las radios que no tenían permiso para ocupar el espacio radiofónico) comenzaban sus programaciones a partir de las 18. Todas estaban preparadas para un allanamiento jurídico policial encabezado por el COMFER y alentado por los dueños de los grandes conglomerados radiales, LV3 y LV2. Y la penumbra garantiza mejor la fuga por los techos.

Rememoro la paranoia y la adrenalina que ese estado proporcionaba al sentirnos al borde de la ley. Una ley que aún tenía sabor a dictadura, una democracia endeble, con militares que armaban un proyecto de golpe de estado cada semana. La radio, entonces, se nos presentaba como una aventura, como un experimento del lenguaje, de conexión poética y militante.

En 1990 ocurrió un fenómeno totalmente novedoso: se produjo el asesinato de María Soledad Morales y las FM “truchas” cambiaron el paradigma. El caso “María Soledad” se volvió una causa nacional y esas radios mostraron su potencial y su nueva forma de comunicar. Muchas FM se ganaron una audiencia gracias a la postura que tomaron frente a este escándalo político, social y cultural. Estar en una radio de FM te garantizaba ingresar a un espacio comunicacional “alternativo”; a la práctica de un lenguaje estético que, en muchos casos, buscaba trascender.

Con el fin de la “primavera alfonsinista” llegó la era de la “traición menemista”. En 1991 todo había cambiado en Córdoba. El asesinato de Regino Maders en septiembre de ese año agregó otra página de ignominia. Aquella frase de Sartre que decía “nunca fuimos más libres como bajo la ocupación Nazi”, se volvió una plegaria de muchos que sentíamos que ahora teníamos un motivo para ejercer nuestra resistencia. Un nuevo enemigo parecía interpelarnos.

En esa nueva década, tras la caída del Muro de Berlín, el fin de la utopía sandinista, el colapso de la URSS, la llegada de Menem y la muerte de Maders, Carlos Busqued escribía a modo de epígrafe para uno de sus primeros relatos publicados:

Atención!!

El mundo va a reventar,

lo vi anoche en la tele.

Por ahora se expande como una burbuja,

y es por esto que las personas se alejan unas de otras.

Cada vez más.

(Revista Extra muros, año 1, número 1, pág. 3)

En la revista es claro ver que eso es un epígrafe a un cuento. Hoy sabemos que se convirtió en un cenotafio.

En los ‘90 Carlos Busqued me invitó a sumarme a la FM de la UTN con un programa de Radio que hacíamos en la FM Cooperativa: La Biblioteca. La radio de la Tecno era un espacio dudoso para muchos. Era de una Universidad y eso sonaba a institucionalización; pero tenía un estudio moderno, una potencia que superaba a muchas del espectro. Eso atraía. Pero, sobre todo: la programación se catalizaba en los criterios de un alma inconforme como la de Busqued.

La radio de la Tecno se volvió un laboratorio, como los muchos que albergaba la Universidad. Fueron años de mucha libertad. El desafío de cualquier programa era estar a la altura de los otros de la grilla. Busqued entraba a la mañana a la radio y se iba a la noche. Sondeaba cada uno de los programas y vaya a saber qué algoritmo mental usaba, pero le daba forma a su propio “infierno”. Se reunía con los operadores, hablaba con los conductores y ejecutaba una programación totalmente delirante. Delirante para lo que se consideraba “hacer radio”.

En el número 2 de Extra muros de septiembre de 1992, Carlos Busqued publicó un poema que hoy me parece un Ars poetica (no sólo para él sino para toda una generación). Se titula “Bazar”. Y como en toda aquella cultura dolarizada de la estabilidad de Menem-Cavallo, ningún sentimiento deja de tener precio. Cito dos estrofas:

$ 0,15 – El viejo tiene las carnes flojas y la piel apergaminada. Está sucio y viste con harapos. Tiene los pantalones bajos y se masturba casi con desesperación. Acaba, y vuelve a masturbarse. Le pregunto qué hace. Sin dejar su tarea me contesta: “Me pongo una meta, y cuando la alcanzo me propongo otra. Si no, no se llega a nada en la vida, jovencito”.

[…]

$0,60 – Si los tullidos del alma fuesen declarados discapacitados oficialmente, yo tendría asegurado uno de los primeros asientos del colectivo. (Pág. 17).

Muchos recordarán a Carlos Busqued por sus dos grandes libros. Otros, más atentos, no dejarán de extrañarlo por sus intervenciones en las diferentes formas en que lo hacía en las redes en internet. Simplemente sepan que su experimentación con el lenguaje comenzó en sus lecturas, en sus programas de radio, en su gestión artística al frente de una grilla de FM de una radio universitaria y en sus relatos y poemas en tiempos de Extra muros. Y como en ese “Bazar”, sabía que todo aquello que se ponía a la venta por centavos, merecía un círculo en el infierno. No sé si había leído a Dante y su Comedia, pero me gusta creer que se la sabía de memoria y la reescribía en Twitter, en su Blog, en sus poemas, en sus novelas, en sus crónicas.

¿A qué círculo te hubiera gustado llegar?

¡Ojalá, cual fuera en el que estés, sólo quiero que sea digno de ti! Hasta la victoria siempre.

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