Amanecer en Ushuaia
Ushuaia, 8AM. Mientras desayunamos con la impresionante vista del Canal de Beagle y la isla Navarino, algo llamó la atención. Los comensales abandonan cafés y tostadas francesas para acercarse a los ventanales con la cámara de sus celus activada.
El sol al asomarse filtra entre las nubes un haz de luz horizontal que pega en un pico nevado de Navarino. El efecto es increíble. La montaña se tiñe de un naranja intenso y luminoso mientras que el resto del paisaje permanece apagado.
Corro a mi habitación, dos pisos más arriba, a buscar mi cámara. Opto por los ascensores que siempre fueron rápidos. Bueno, lo fueron hasta hoy. Claro, hora de desayuno, salidas de excursiones, mucho movimiento, y yo apurado. En tres o cuatro minutos estoy en el coqueto pasillo -sutilmente iluminado como manda la moda y el ahorro energético- para recorrer unos pocos metros hasta llegar frente a mi puerta. Paso una y otra vez con ansiedad la tarjeta llave sin resultado. Pruebo de un lado, del otro, nada. La paciencia se esfuma junto con el espectáculo que quiero fotografiar. En esta zona el clima cambia en minutos.
Me dirigía a la recepción para presentar un airado reclamo cuando me percaté que hicieron la tarjeta llave con color, tamaño y hasta la misma forma redondeada en las puntas de mi carnet de conducir.Ese amanecer no se repitió mientras duró mi estadía.
La foto corresponde a un atardecer más en Ushuaia.