ME GUSTA EL WINE Y LA JODA

En agosto de 2019 circuló por Whatsapp una peculiar estrategia para cautivar a potenciales turistas acercando al público algunas de las bellezas naturales y culturales de esta provincia mediterránea. Me refiero a las traducciones trasnochadas y cuasi literales de los nombres de algunas de las ciudades y parajes serranos. Ejemplares de esa lista delirante son: Girl Clavero (Mina Clavero); The Roses Village (Villa Las Rosas); The Totoral Village (Villa El Totoral); Saint Joseph of the Sleeping (San José de la Dormida).[1] Perturbador. Cuando alguien se atreve a romper con las categorías duras por cuyo medio el lenguaje estructura la realidad, la humorada hace mella.

En “El idioma analítico de John Wilkins” Jorge Luis Borges nos disloca el pensamiento cuando, citando a cierta ficcional enciclopedia china clasifica a los animales en: (a) pertenecientes al Emperador; (b) embalsamados; (c) amaestrados; (d) lechones; (e) sirenas; (f) fabulosos; (g) perros sueltos; (h) incluidos en esta clasificación; (i) que se agitan como locos; (j) innumerables; (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello; (l) etcétera; (m) que acaban de romper el jarrón; (n) que de lejos parecen moscas. En otra ficción, Borges narra las desventuras de Pierre Menard, quien tuvo en las primeras décadas del siglo XX la vana osadía de escribir -o reescribir- el Quijote para lo cual debió estudiar a fondo el español, “recuperar la fe católica, guerrear contra los moros, olvidar la historia de Europa entre los años de 1602 y de 1918, ser Miguel de Cervantes”. Pierre Menard se propuso, mas fracasó estrepitosamente, escribir el Quijote del siglo XX, una empresa irreal, como explica el propio Borges: “Componer el Quijote a principios del siglo diecisiete era una empresa razonable, necesaria, acaso fatal; a principios del veinte, es casi imposible. No en vano han transcurrido trescientos años, cargados de complejísimos hechos. Entre ellos, para mencionar uno solo: el mismo Quijote”.

Pasadas varias décadas de las citadas líneas de Borges, Charly García, cuyo talento musical y sentido de la ocurrencia nadie discute, cantaba “cada cual tiene un trip en el bocho”, combinando términos sajones con usos rioplatenses: algo así como rebajar un Chardonay con Doble Cola. Esa incorrección del lenguaje contagiaba a la escena musical, que abría una primavera democrática en la que 2 y 3 a veces daba 6. Otras épocas convulsionadas de retorcijones lingüísticos fue el 2002, el año del club del trueque y del todo por dos pesos. Post estallido, bro, todo vale. Capusotto y Fabio Alberti, en un oscuro depósito detrás de un mercadito chino, formaban “Los escarabajos”, los Beatles Argentinos. Yo no sé si Capusotto tenía a Pierre Menard en mente cuando emprendió la traducción, palabra por palabra, de las letras de Lennon y McCartney.[2]

Hace pocos días trascendió en importantes portales periodísticos locales y nacionales que el sitio oficial de Turismo de la provincia de Córdoba publicaba traducciones poco felices al inglés y al portugués de los principales destinos cordobeses. A las traducciones del inicio de esta nota se suman: Sierras Girls, Carmen Skirt, Get Out If You Can. ¿Fake news o realidad? Who knows… la Agencia Córdoba Turismo se excusó arguyendo que el portal utiliza Google Translate para la traducción de los contenidos del sitio a distintas lenguas. Los traductores automáticos evolucionan sin pausa; por si algún desprevenido todavía no lo sabe, minuto a minuto entregamos a Google (a través de nuestros dispositivos móviles, por ejemplo) una cantidad inconmensurable y no siempre consentida de datos que engrosan el poder algorítmico descomunal de este gigante tecnológico, por cierto, uno de los pocos ganadores de la pandemia. Esto permite realizar traducciones automáticas de alto nivel (que por ahora, al parecer, no sustituyen la tarea del traductor matriculado).

Una de las cosas destacables que tiene nuestra ciudad capital es cierta picardía, cierta capacidad de reírnos de nuestra propia manera de expresarnos con el lenguaje; esa incorrección, y el estiramiento de la sílaba pretónica, es como cantaba Rodrigo una marca registrada, quizás, nuestra mejor carta de presentación al turismo internacional, junto con la Manzana Jesuítica y la botella cortada a la mitad de Fernet con Coca. Al menos por ahora, las modernas técnicas machine learning no logran procesar esos matices, ni tampoco interpretar la intención de nuestros juegos -vernáculos- de lenguaje. ¿O sí?

Como el efecto mariposa, aquellas traducciones virales de mediados del 2019 bien podrían ser el alimento actual (el data set) del sistema experto que realizó las traducciones del sitio oficial de la provincia. ¡Lindo año para desordenar todavía más una provincia al borde del abismo! La serpiente que muerde su propia cola, la historia que se repite como farsa, la venganza de las computadoras a la Córdoba de las Campanas y del monocultivo. No queremos saber si esas traducciones fueron automáticas o perpetradas por un perspicaz cordobés de San Vicente. Sólo espero que las autoridades provinciales no recapaciten y sepan explotar estas absurdas traducciones, una forma no convencional de transmitir nuestra cultura a europexs y brazucas.  Acá, en Charles Peace, lxs esperamos con los brazos bien abiertos.


[1]     https://www.cba24n.com.ar/sociedad/el-listado-viral-de–los-destinos-exoticos-para-conocer-con-el-dolar-a–60-_a5de57b75d91dda498913fae0

[2]    https://www.youtube.com/watch?v=FSHZt_saXTE

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