JAULAS

¿Anoche tu gata estuvo en tu casa? Porque alguien se comió a mi hámster anoche. Al hámster de mi hijo. Y creo que fue tu gata, porque sabe meterse en mi casa, la he visto. Son las ocho de la mañana. Estoy en el estacionamiento del extraño complejo donde vivo – galpones que una vez fueron depósitos ahora transformados en departamentos -cargando mis bolsos y los de mis hijos en el baúl del auto, para irme unos días al campo. Voy y vengo desde mi departamento al auto, tratando de armar un tetris con los bolsos. La mujer, la vecina, apareció de la nada a solo un par de metros. De pronto estaba ahí, parada, mirándome fijo. No la sentí. No la vi llegar. La escucho, giro, me quedo viendo, oyendo y tardo bastante en interpretar toda la escena. ¿Fue tu gata? ¿Durmió con vos anoche? La jaula apareció toda desarmada, todo estaba revuelto, un desastre, y el hámster no estaba.
Me gustaría decirle que la vida es así. Que los gatos se comen a los hámsters. Que la luna se come a los enamorados. Que los trabajos se comen a las horas. Que las horas se comen a los días y los días a los años. Que la noche se come a los poetas. Que el dinero se come a los bobos. Que la ansiedad se come al disfrute. Que la cabeza se come al cuerpo. Que la rutina se come a los sueños. Que mi propia desesperación por no perder el amor me come cada tanto, y no por eso ando apareciendo como un fantasma en los estacionamientos para reclamárselo a nadie. Pero es muy temprano, y son muchas palabras. Y ella sigue ahí, sin moverse, vaya a saber desde hace cuánto tiempo. Así que le digo que hasta donde me acuerdo Alicia durmió conmigo anoche, en mi cama, como siempre, pero no puedo asegurar que se haya quedado ahí toda la noche. Le digo que puede ser, que a lo mejor, que me parece que Alicia no fue, que quizás puede haber sido el gato negro del otro departamento. Le digo que qué lástima, que es realmente una pena, pero no lo sé, no hay forma de saber quién se comió al hámster de su hijo, ni quién se comerá al próximo hámster, gato, a la próxima idea, posibilidad, sugerencia o al próximo vestigio de un mundo mejor. A esto último no puedo asegurar realmente habérselo dicho o no, pero tampoco podría afirmar a esta altura que ella haya estado ahí todavía para cuando terminé de hablarle.

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