CUANDO CÓRDOBA JUGÓ EL MUNDIAL DE LA COMPUTACIÓN
Argentina es un país joven y apostado en las márgenes del planeta Tierra. Pensar y hacer desde la periferia, antes que un estado de contingencia, parece ya un carácter insoslayable de nuestro modo de habitar el mundo. Quizás sea hora de aceptarnos como creadores de la casi-nada, o mejor, como creadores a partir de la ausencia y la precariedad. La historia que quiero contar tiene algo o mucho de eso. Recupera algunas imágenes de ese “desafío Argentino” llamado Micro Sistemas S.A., una empresa fundada por Julio Eduardo Bazán a mediados de la década de 1970. Este audaz empresario y contador cordobés, decidido a sortear los importantes obstáculos que imponía el contexto económico de ese momento en Argentina, luego de armar un experimentado y osado equipo de trabajo emprendió la fabricación de computadoras programables. El estado del arte de la microcomputación hasta entonces, incluso en los países centrales, era de una rusticidad insondable. Recién se empezaba a reemplazar el sistema de tarjetas perforadas; el primer microprocesador de 8 bits había aparecido unos pocos años antes; y la existencia de un sistema operativo para microprocesadores y unidades de disco de 8 pulgadas era todavía más reciente.
Los trabajos para la fabricación de la MS101, la primera computadora de Micro Sistemas S.A.,[1] empezaron entre los años 1974 y 1975. El equipo de Julio Bazán que emprendió esta destacable aventura de apropiación total de tecnologías computacionales se componía de cuatro ingenieros -electrónicos e informáticos- egresados de nuestras universidades públicas: Héctor Müller y Freddy Díaz (softwaristas); Juan Carlos Murgui y Juan Salonia (hardwaristas).
Tras dos años de arduo trabajo se presentó en sociedad la flamante MS101 en una feria tecnológica organizada en Buenos Aires. Fue exhibida en un pequeño estand ubicado en medio de otros dos, no tan pequeños, correspondientes a las multinacionales IBM y NCR. La titularon “El desafío Argentino”, un desafío con tonada cordobesa que daba el punta pie inicial a una aventura de desarrollo tecnológico que duraría más de una década. Le seguirían a este primer modelo las MS104 y MS105 (de 1979 y 1981), y las MS51, MS41 y MS61 (de 1982, 1983 y 1984 respectivamente). Se llevó a cabo la producción en serie de estos modelos. Destacadas empresas e instituciones de ese tiempo demandaron sus servicios, por caso, el Banco de la Provincia de Córdoba, el Jockey Club y la cementera Corcemar. Otras, como el instituto AES o Tarjeta Naranja, recibieron un impulso decisivo de Micro Sistemas en sus comienzos.
El lector interesado puede encontrar la información disponible sobre Micro Sistemas en la siguiente dirección web: https://micro-sistemas.github.io/. El imprescindible trabajo de recuperación de la historia de esta empresa lo comanda Nicolás Wolovick junto con Gustavo del Dago y Ezequiel Chesini. Nicolás Wolovick contribuyó en forma directa con el armado de la presente nota. Se trata de un ser metafísico que supo entender, mucho antes de leer a Ingold, que los materiales y artefactos del pasado están en estado de vibrancia permanente; que cuentan historias y sugieren otros mundos posibles. En la primavera pasada, recibí de otro hacker insalvable una nota de Lucas Viano publicada en La Voz del Interior el día 12-10-2021. Gracias a ese material supe de la existencia de Micro Sistemas. Por ese entonces estaba investigando el sistema operativo CP/M. Las MS104 fueron las primeras computadoras de Micro Sistemas que utilizaron dicho sistema operativo. Me comuniqué entonces con Nicolás para consultarle sobre el tema. De inmediato me abrió las puertas del Laboratorio de Electrónica de la FAMAF e instó a que generase un disquete de 5.25″ con CP/M 2.2 para intentar arrancar las MS51 que él había recuperado hacía poco. A principios de la semana pasada Nicolás subió al repositorio de Micro Sistemas el PDF donde describo toda mi experiencia interactuando con una de las MS51. Fueron meses de fuerte involucramiento en el universo de la microcomputación local. El movimiento inercial no había alcanzado el punto de reposo -luego de finalizado mi trabajo con la MS51 de Micro Sistemas-, cuando una triste noticia publicada el jueves pasado[2] en La Voz del Interior me volvió a sentar frente al teclado. Se trata del fallecimiento de Juan Carlos Cammisa, a quien dedicaré las líneas que siguen.
Imagen 1: La MS51 en marcha
Recordando al ingeniero Cammisa
Nicolás desde hace años mantiene contacto con algunos de los socios fundadores y ex-operarixs de Micro Sistemas. Mary Andrada -quien trabajó desde 1977 en la empresa- mientras era entrevistada comentó de pasada que “también” había armado placas para unas computadoras de La Voz del Interior. “¡¿Cómo?!”, exclamó en el acto Nicolás. Había un importante hueco por llenar en este capítulo de la historia de la computación local, del que seguramente aún queda mucho por descubrir. ¿Qué computadoras fabricaron para el conocido matutino cordobés? ¿Y quiénes habían emprendido dicha tarea?
En el año 1980 se empezaron a fabricar las Lizzie I, gracias a las cuales La Voz del Interior dio un salto tecnológico importante automatizando una serie de tareas. En 1987 llegaría el turno de las Lizzie II. Juan Carlos Cammisa, quien desde hacía años interactuaba con ingenieros de Micro Sistemas, realizó el prototipo en base al cual se fabricarían 40 ejemplares para el diario. Había viajado a Estados Unidos para comprar algunos componentes. Luego, junto con otrxs intenieros, fabricaron placas para monitores CRT y fuentes de alimentación. También llevaron a cabo decenas de complejas tareas de programación de bajo nivel con el objetivo de ampliar y mejorar todo el sistema de composición -que el diario había adquirido recientemente- utilizando “un elemento propio”, a saber: una máquina CP/M, similar a una SuperBrain, pero adaptada a las necesidades editoriales del diario. Con muy buen ánimo explicaba Cammisa:
“En aquella época viajé a Estado Unidos con la gente de Micro Sistemas. Allá me contacté con Héctor Bonansea, estuve con Héctor Müller también (…) necesitábamos ampliar un sistema que teníamos [en el diario]. Teníamos dos problemas graves: las terminales nos salían carísimas para poder hacer una ampliación de un sistema de redacción. Y a su vez queríamos traernos los avisos [clasificados] ya hechos. Entonces qué hicimos: una máquina CP/M. Fui a Harlem, en New York, y me traje la licencia de CP/M para poder desarrollarlo acá. De ahí se hizo todo el BIOS, un BIOS muy especial, muy diferente (…) porque emulaba toda la parte de justificación que teníamos del sistema de foto-composición: el One System”.
Las Lizzie I tenían entonces un doble BIOS,[3] uno para el sistema operativo CP/M estándar, y otro para la edición de los avisos clasificados que controlaba aspectos tipográficos en el proceso de diagramación -fuentes en negrita, justificación de textos, etc. En poco tiempo, La Voz del Interior pasó de procesar unos 300 avisos clasificados por día a procesar alrededor de 2000.
Imagen 2: Lizzie 1, la computadora fabricada por Cammisa y su equipo en 1980 para La Voz del Interior
Esta invaluable información sobre las Lizzie, y tantos otros detalles del proceso de fabricación -además de documentación y registros fotográficos-, la obtuvo Nicolás en septiembre del año pasado durante un extenso intercambio de audios con Juan Carlos Cammisa. Se encontraba en su casa de San Clemente -en el valle de Paravachasca. Muchos de los componentes los tenía allí. El trabajo arqueológico de Nicolás con las computadoras de Micro Sistemas es exhaustivo. Las Lizzie no eran computadoras de Micro Sistemas pero en parte fueron posible gracias al know-how y los recursos humanos generados por la empresa. Por este motivo, le solicitó a Cammisa toda la información necesaria para poder hacer un relevamiento del prototipo que había fabricado 42 atrás. Los audios de Cammisa transmiten el entusiasmo y la lucidez que seguramente lo llevaron a realizar lo que esta nota valora como uno de los capítulos más hermosos de la cultura digital de nuestro país.
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Hoy se cumplem 40 años del intento de recuperación de las Islas Malvinas y 46 del programa económico lanzado por Martínez de Hoz. Éste delineó una política económica de apreciación cambiaria que dejaba indefensa las actividades productivas del país. A la ecuación que desalentaba la producción nacional subyacía un inexorable componente ideológico. Una publicidad de la época, procurando defender la apertura irrestricta de productos importados, sin mucha sutileza trataba de ridiculizar las producciones de industria nacional. Por esos años, Manuel Sadosky y Rebeca Guber, padre y madre de la computación en Argentina, transitaban el exilio en otras latitudes. El Intergobernamental Bureau for Informatics (IBI), por su parte, alertaba sobre los riesgos de la dependencia tecnológica y planteaba la necesidad de políticas estratégicas en los países periféricos para resistir “(…) la condición de receptores pasivos que promueven las corporaciones”.[4] Julio Bazán recibió un llamado del Ministro de Planificación de la Nación Genaro Diaz Bessone en el mes de junio de 1976. El general Bessone tenía en mente la elaboración de un Plan Quinquenal para el desarrollo local de la industria informática. Había comprendido que el modelo económico que se estaba instaurando dejaba sin armas al desarrollo nacional. Cuando presentó el Plan Quinquenal a Martínez de Hoz, la propuesta fue rechazada de plano y Bessone removido de su cargo.[5]
La defensa de la soberanía, en todas sus dimensiones, requiere de buenas armas. La lucha por la soberanía tecnológica es una batalla que sí podemos dar. Contamos con Universidades de altísimo nivel; la experiencia de Micro Sistemas es una muestra clara de ello. El más penoso obstáculo que debemos superar quienes habitamos, pensamos y hacemos desde la periferia, es la baja estima que una historia de omisiones e imposturas ha sembrado en una parte no menor de nuestra población. Reescribamos, pues, nuestra historia tecnológica y armemos otro equipo para volver a competir en las primeras ligas.
[1] Micro Sistemas S.A., cabe aclarar, formalemnte se constituyó en agosto de 1977, poco después de la presentación en sociedad de la MS101.
[2] El día jueves 31-03-2022.
[3] Las siglas para Basic Input/Ouput System, un software de bajo nivel que permite iniciar el hardware de una computadora y provee servicios al sistema operativo.
[4] Cf. Carnota, R. (2008), La Informática como fenómeno social: la tratectoria del IBI. En Epistemología e Historia de la Ciencia, Horacio Faas y Hernán Severgnini (eds), Cordoba (Argentina), p. 99.
[5] Cf. el artículo de Guillermo Rojo “Micro Sistemas:. la empresa cordobesa pionera en la fabricación de computadoras en Argentina”, p. 4.
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