ROUND 1: EDUCACIÓN OBLIGATORIA VS. HERENCIA SOCIAL
Hoy me propuse criticar el discurso peligroso y simplista de la meritocracia y la “libertad”. Pareciera que el furor por lo económico se trasladó también a los procesos cognitivos, y ahora la moda es ahorrar en pensamiento. Lo que sorprende sobre todo, es que el challenge de hablar sin pensar llegó al congreso y está siendo fuertemente adoptado por nuestros Diputados. Quizá realmente hay quien crea que la obligatoriedad de la educación no debería ser tal, o quien quiera a las mayorías en sus talleres o en sus estancias. En fin, damos cuenta de una visión clasista en la cual el hijo del peón debe ser peón y el hijo del terrateniente debe ser terrateniente; así la gracia o la desgracia se traslada generacionalmente y genera un statu quo donde el pobre siempre será pobre y el rico siempre será rico. Con el agravante de que el rico será cada vez más rico, acaparará aún más riqueza y sabemos que en el juego de la economía a escala mundial (donde los bienes son limitados), quien más tiene lo hace a costa del sufrimiento de varios miles de millones de desgraciados.
Cuando hablamos de herencia social hablamos de un condicionamiento que actúa sobre las oportunidades de vida de un individuo y que las socava o favorece de acuerdo con su origen socioeconómico. Por ejemplo, en América Latina podemos ver casos como el de Brasil, donde según el departamento de estadísticas el 79,6% de las empleadas domésticas son mujeres de color. Hijas de empleadas domésticas y nietas de empleadas domésticas donde no existe tal cosa como una elección, sino la simple decantación en un lugar que una sociedad, donde el 53% de la población es de color, asigna a las mujeres negras. En Argentina la ascendencia aborigen se encuentra relegada en su mayoría a los trabajos de fuerza y a los oficios. Según informes del Banco Mundial, los pueblos originarios en Argentina constituyen aproximadamente el 14% de los pobres y el 17% de los extremadamente pobres. La división racial del trabajo se perpetúa desde la época de la colonia y se traslada de generación en generación, aun existiendo educación pública y obligatoria. La moral pedorra de algún señor o alguna señora dirá que son pobres porque quieren o porque no se esfuerzan lo suficiente, ya que solo entienden como esfuerzo el trabajo profesional y no el trabajo físico que demanda realmente más esfuerzo y que reduce la expectativa de vida.
Un tópico insoslayable de la presente discusión es el de la educación. Aquí propongo revisar un importante capítulo de nuestra historia tocante al origen de la educación obligatoria en Argentina. Atendamos a algunos datos que dan cuenta del impacto social que significó su instauración. En 1884 se promulgó la Ley 1420 de educación común, gratuita y obligatoria, bajo la presidencia de Julio Argentino Roca. Según los censos de población hacia 1886 el 77% de la población argentina era analfabeta; hacia 1895 ese índice bajó al 53,3% y a solo 20 años de promulgada la ley en 1914 ya descendía al 36% revirtiendo considerablemente la proporción de población alfabetizada/analfabeta.
“Si peleamos por la educación, venceremos la pobreza”, decía Domingo Faustino Sarmiento. En efecto, pobreza y falta de educación suelen confluir en el mismo tiempo, espacio y sujeto. No obstante, la formación del individuo (la cual incluye hoy desafíos como el de la alfabetización digital temprana) es una tarea muy compleja, y aquí es donde el discurso meritocrático empieza a mostrar la hilacha: ¿por qué? Porque las oportunidades, el esfuerzo personal, el uso del tiempo libre y demás factores que dependen presuntamente del individuo se chocan de frente con factores externos, factores que exceden a las personas, entre otros, el entorno cultural y económico de su hogar, las actividades laborales o de ayuda en el hogar (muchas veces a su vez condicionadas por el género), y tantos otros condicionantes, muchos de los cuales afectan directamente a los niños y son un severo impedimento para que realicen el trayecto escolar.
Como indican Grimson y Fanfani en Mitomanías de la educación argentina: “No existen individuos ❛ineducables❜, sino más bien excluidos de las oportunidades de aprendizaje que merecen y a las cuales tienen derecho.” La escuela es un espacio que debe ser transitado por niños y adolescentes. Lo que debemos procurar es que las niñeces accedan a oportunidades similares, garantizando las necesidades básicas, universalizando el acceso a la salud y promoviendo trayectos educativos que puedan adaptarse a las necesidades reales que la actualidad nos impone; de esta manera los niveles de deserción en todos los niveles educativos se reducirían y realmente estaríamos en condiciones de hablar de libertad, de libertad de elegir el futuro y no heredar las cargas sociales impuestas por un sistema capitalista obsoleto.
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