COLECTIVOS URBANOS 4

 ​Lunes 6 de Abril 2020 09.00AM

Hoy salí de casa después de ya no recuerdo cuántos días de cuarentena.

Voy ataviado con barbijo y guantes rumbo a la parada del colectivo y llevo conmigo una sensación confusa de incertidumbre y miedo.

La parada está vacía, algo inusual, más bien increíble, para un lunes a las 9 de la mañana.

 Llega el 45, subo con cuidado tratando de no tocar el pasamanos.

 El chófer está envuelto en un plástico transparente. Parece un maniquí en una vidriera. Nos saludamos moviendo las cabezas, con un ademán de mudos.

No suena ninguna música. El silencio parece otro pasajero.

Hay  dos personas sentadas, una en cada punta del colectivo, como cuando mis viejos nos castigaban a mi hermano y a mí. Me siento a la mitad de ambos, como para no romper la coreografía.

Y comenzamos a cruzar la cuidad desde el CPC de Colón con destino al centro.

La calle devuelve negocios cerrados y pocos caminantes.

La ciudad parece estar en un domingo eterno.

Dos paradas más allá, sube un policía a pedir permisos y motivos por los cuales estábamos circulando y no puedo evitar sentir un escalofrío.
Llegamos a destino. Centro completamente vacío.
Plaza San Martín repleta de voluntarios sanitarios. Carpa de Cruz Roja. Muchos baños químicos.
Una plaza invadida por taxis.
Zona de bancos sin gente.
Banco de Córdoba absolutamente vacío.

 Entro y salgo en 5 minutos. 

Vuelvo a casa otra vez y pienso en que está bueno viajar así en un bondi al que te subís y podés sentarte, llegas rápido a tu casa, no tenes que andar colgado ni oliendo sudores ajenos, ni esquivando conversaciones inútiles, ni….. 

Y me encuentro deseando de nuevo todo eso.

¿Volveremos a estar en un colectivo atestado?

¿A adivinar quien se baja en la próxima parada para poder sentarnos?

¿A descubrir secretos ajenos pintados con fibrón?

¿A hacernos los dormidos para no dar el asiento y contener la respiración por las mañanas?

 ¿Volveremos  a putear cuando el bondi pasa tan lleno que nos deja esperando al próximo?

¿Quién subirá a controlar nuestro presencia en el asiento? ¿El “chancho” o un policía?

¿Cómo será, si será, recuperar algo de lo que fuimos y de lo que tuvimos, tan ingenuamente cotidianos?   

Dejá una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.