¡BLANCOS, MUJERES Y NIÑOS PRIMERO!

 

Conforme progresa la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas, el mundo entero permanece en vilo mientras los medios de comunicación nacionales e internacionales reportan el minuto a minuto de los ataques. En un contexto de firme avance de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), la alianza militar que vincula a 30 Estados bajo el liderazgo de Washington, sobre Europa del Este y Asia Central, Vladimir Putin ordenó una “operación militar especial” en Ucrania que tuvo inicio el jueves 24 de febrero. Sin embargo, la extensa cobertura en redes sociales y mass media, la velocidad y dureza de las sanciones aplicadas al Kremlin y el masivo apoyo internacional a la causa ucraniana han levantado suspicacias sobre el tratamiento preferencial de este conflicto en relación a otros enfrentamientos de la historia reciente. Por otra parte, una presión asfixiante sobre los medios ejercida desde ambos bandos extingue cualquier posibilidad de acceso a una cobertura libre de sesgos y la manipulación de la información y de las posibilidades de acceso a la misma se ha tornado, como en cualquier otra guerra, moneda corriente. [1]

Mientras tanto, numerosas figuras públicas han sido acusadas de sostener un doble estándar a la hora de brindar su opinión sobre la cuestión ruso-ucraniana. Tal vez se deba, como expresó Charlie D’Agata, corresponsal de la cadena CBS en Kiev, a que “[la capital ucraniana] no es un lugar (…) como Irak o Afganistán que haya sido testigo de un conflicto durante décadas. Esta es una ciudad relativamente civilizada, relativamente europea, (…) en la que no esperarías que eso sucediera” [2].

Las respuestas a dichos de semejante calibre no se hicieron esperar. En Twitter, Saad Mohseni, hombre de negocios afgano-australiano, respondió “Declaración absolutamente estúpida y mal informada. Afganistán también era un lugar pacífico y ‘civilizado’ en 1979 antes de que los soviéticos invadieran (y se convirtiera en la zona de batalla entre Occidente y el bloque soviético). Lo mismo para Irak (antes del ataque estadounidense en 2003).” [3] Por su parte, Rula Jebreal, periodista internacional de origen palestino, respondió: “Las atrocidades comienzan con palabras y deshumanización. (…) El subtexto racista: las vidas de los afganos, iraquíes y sirios no importan, porque se los considera inferiores, ‘incivilizados’”. [4]

La reconocida cadena de TV británica Sky News publicó un video en que se podía ver cómo un grupo de ucranianos, en la ciudad de Dnipro, fabricaban bombas Molotov con espuma de poliestireno rallada para que el cóctel se adhiera mejor a los vehículos. Horas más tarde, Billow Kerrow, político keniano, reflexionaba en su cuenta de Twitter: “Si esto lo hicieran los palestinos, Afganistán u otras naciones que resisten la ocupación, sería terrorismo. Y durante la era anti-apartheid de Mandela, también se le llamó terrorismo. Para los europeos que se enfrentan a situaciones similares, ¡es resistencia! La duplicidad occidental no tiene límites.” [5]

El mismo día y casi a la misma hora la BBC recibía al exfiscal general adjunto de Ucrania, David Sakvarelidze, quien declaró que la situación era “muy emotiva” para él, porque veía “europeos con cabello rubio y ojos azules asesinados todos los días con los misiles de Putin y sus helicópteros y sus cohetes” [6]. En respuesta, Denijal Jegic, periodista de Al Jazeera, comentó en la red social del pajarito: “la supremacía blanca es un valor europeo fundamental” [7]. Entretanto, Daniel Hannan, periodista de The Telegraph, escribía: “Se parecen tanto a nosotros. Eso es lo que lo hace tan impactante. Ucrania es un país europeo. Su gente mira Netflix y tiene cuentas de Instagram, vota en elecciones libres y lee diarios no censurados. La guerra ya no es algo que afecta a las poblaciones empobrecidas y remotas. Le puede pasar a cualquiera.” [8]

Europa continental no quiso quedar atrás y sacó a relucir a un Ulysse Gosset, presentador de la cadena francesa de noticias BFM TV, quien reflexionaba sin pruritos en televisión abierta: “Estamos en el siglo XXI, en una ciudad europea, y tenemos fuego de misiles de crucero como si estuviéramos en Irak o Afganistán, ¿te imaginás?”, a lo que un internauta respondía: “¿Entonces estaba más justificado en Irak y Afganistán porque no eran ‘ciudades europeas’?”. Más tarde, en la misma señal, Philippe Corbé, otro periodista, desató la polémica al comparar a los refugiados ucranianos huyendo de la guerra con los sirios que escapan de los bombardeos: “No estamos hablando de sirios que huyen de los bombardeos del régimen sirio apoyado por Vladimir Putin. Estamos hablando de europeos que se marchan en sus coches que se parecen a los nuestros, salen a la carretera e intentan salvar sus vidas…” [9]. Por si no fuera suficiente, más tarde se pudo ver al diputado Jean-Louis Bourlanges declarando en Europe 1 que esperaba “una inmigración de gran calidad, de la cual se podrá sacar provecho”. [10]

El domingo, cuarto día de la invasión rusa, Peter Dobbie, presentador de Al Jazeera en inglés, describió a los ucranianos que escapaban de su país como “gente próspera de clase media” que “obviamente no son refugiados que intentan escapar de áreas en el Medio Oriente que todavía están en un gran estado de guerra [ni] personas que buscan alejarse de las áreas del norte de África (…). Se ven como cualquier otra familia europea que podría vivir al lado de tu casa” [11]. Es preciso aclarar que el concepto de que Europa es un territorio pacífico en comparación con otras regiones de Oriente Medio, África y Asia es, al menos, impreciso, habida cuenta de que las recientes guerras balcánicas se prolongaron durante toda la década de 1990.

Por todo lo antedicho, en un comunicado reciente la Asociación de Periodistas Árabes y Medioorientales (AMEJA) condenó las “implicaciones racistas de que cualquier población o país es ‘incivilizado’ o tiene factores económicos que lo hacen digno de conflicto”. Añadió además que estos dichos “reflejan la mentalidad generalizada en el periodismo occidental que normaliza la tragedia en algunas partes del mundo al deshumanizar y hacer que la experiencia con la guerra [en estas regiones] sea de alguna manera normal y esperada”. AMEJA también destacó la existencia de una “cobertura racista de noticias que atribuye más importancia a algunas víctimas de la guerra que a otras” [12].

Las expresiones xenófobas, eurocentristas y supremacistas blancas claramente no se encuentran limitadas al terreno de la violencia simbólica. Muy por el contrario, presentan su correlato, por ejemplo, en la cotidianeidad de unos 4000 nigerianos, la mayoría estudiantes, que se encontraban en Ucrania cuando estalló el conflicto y que dese hace varios días intentan cruzar la frontera hacia Polonia sin éxito, debido a que los trenes, habitaciones de hotel e incluso el mismo cruce transfronterizo se reservan con exclusividad a los ucranianos. Las prácticas discriminatorias llegan a involucrar incluso el uso de la fuerza por parte de los oficiales para disuadir a los refugiados de origen africano de tomar el lugar de los blancos en los trenes [13], lo cual llevó al presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari a recordar en Twitter que “todos los que huyen de una situación de conflicto tienen el mismo derecho a un paso seguro en virtud de la Convención de la ONU, y el color de su pasaporte o de su piel no debería marcar ninguna diferencia” [14]. Aún más perturbador resulta el relato de Samuel George, un estudiante nigeriano de primer año de ingeniería en sistemas a quien un grupo de ucranianos interceptó en su camino hacia la frontera, le robó todo su dinero y lo obligó a bajarse de su auto. “No son funcionarios, policías o militares –declaraba–. Son ciudadanos normales que nos impidieron a los africanos conducir hasta la frontera. Dejaron pasar a los ucranianos, pero a nosotros no” [15].

La feroz e inmediata exclusión de Rusia de los eventos culturales y deportivos de todo el mundo y, posteriormente, su expulsión del sistema SWIFT de intercambio bancario internacional como una de las sanciones económicas de máximo tenor a aplicar, no pasó desapercibida para aquellos que exigen desde hace tiempo la utilización de sanciones similares para disuadir a otros Estados que ocupan tierras en forma ilegítima por medio del uso sistemático de la violencia. Sirva como ejemplo el Movimiento palestino de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra Israel, fundado en 2005, que ha sido objeto de interminables acusaciones de ilegitimidad, calificado de antisemita en innumerables ocasiones, proscrito en la mayoría de los estados de Estados Unidos y en otros países (Canadá, Francia, etc.) y condenado por decenas de resoluciones parlamentarias, incluso en Alemania, país que, contradiciendo su política habitual, que proscribe el envío de armas a territorios en conflicto, distribuyó en forma directa 1000 armas anti-tanque y 500 misiles Stinger en Ucrania [16]. Como afirma el periodista Jonathan Ofir: “Está claro que cuando la causa política se considera justa, no solo será natural boicotear, desinvertir y sancionar, sino incluso armar directamente a la parte que se ve atacada”.

La causa ucraniana, con la inusitada atención y el apoyo incondicional que suscita, caldea los ánimos de millones de excluidos, parias e indeseables que, a la luz de los hechos, confirman su condición. A modo ilustrativo, y en un momento en que la Premiere League y la FIFA acaban de dar luz verde a los fans para llevar banderas ucranianas a los estadios, cabe recordar que en 2014 el club Celtic’s de Escocia fue multado por 18 mil dólares porque sus seguidores osaron ondear banderas palestinas durante un encuentro. [17]

Los sesgos mediáticos construyen y sostienen un relato que define legitimidades e ilegitimidades. Cuando el mapa se pone impredecible, poroso, trazan fronteras herméticas. Haciendo las veces de deslices freudianos, sutilmente, definen qué está bien y qué está mal; cuál causa merece la pena y cuál no; quién pasa y quién se queda. Definen verdaderamente el curso de los hechos. Adentro y afuera. Negro y blanco.

Para terminar, un consejo: vayamos por la sombra. Cuidemos nuestro pasaporte.

 

 

[1] https://www.wsj.com/articles/how-zelensky-and-putin-are-using-online-media-in-the-war-for-ukraine-11645995672

[2] https://www.aljazeera.com/news/2022/2/27/western-media-coverage-ukraine-russia-invasion-criticism

[3] https://twitter.com/saadmohseni

[4] https://twitter.com/rulajebreal

[5] https://twitter.com/BillowKerrow

[6] https://www.youtube.com/watch?v=QFQ392yepF0

[7] https://twitter.com/denijeg

[8] https://www.telegraph.co.uk/news/2022/02/26/vladimir-putins-monstrous-invasion-attack-civilisation/

[9] https://www.rtbf.be/article/guerre-en-ukraine-ces-declarations-qui-creent-la-polemique-sur-twitter-10944423

[10] https://www.huffingtonpost.fr/entry/bourlanges-lie-immigration-de-qualite-et-guerre-en-ukraine-et-fait-lunanimite-contre-lui_fr_6218e935e4b0ef74d72f1493

[11] https://www.huffpost.com/entry/media-racism-ukraine-conflict-coverage_n_621c08ffe4b0d1388f16a3dc

[12] [15] https://www.rudaw.net/english/world/28022022

[13] https://www.bbc.com/news/world-africa-60555650

[14] https://twitter.com/nigeriagov

[15] https://www.aljazeera.com/news/2022/2/27/im-very-worried-african-students-caught-in-ukraine-russia-war

[16] https://www.bbc.com/news/world-europe-60541752

[17] https://mondoweiss.net/2022/02/russia-ukraine-israel-and-the-limits-of-bds/

 

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