ARREBATANDO EL OJO DE DIOS
Un dron recorriendo La Cañada como si fuera el río que separa Chicago en dos, rescatando la estrella de cinco puntas de la Plaza España como si fuera la rotonda del Arco del Triunfo en París en “La noche más larga”.
Las autopistas de Buenos Aires como si fueran los accesos a Dallas, los rascacielos de puerto Madero como si fuesen el último invento urbano de China, en el documental de Nisman “el fiscal la presidenta y el espía”. Canberra en “Secreto City” descubriendo una capital de Australia que no sabias que existía, Bogotá en una serie de narcos (¡como si no hubieran otros habitantes!)pareciendo San Pablo limpia o Nueva York con montañas alrededor. París en una promoción turística evitando la Torre Eiffel, el DF mexicano luciendo brillante como Berlín pero con otro ángel dorado vigilando. Estambul demasiado integrada en una serie sobre la guerra de civilizaciones/religiones como si no fuese una ciudad mitad europea, mitad asiática, mitad nada. Londres en misión imposible como si el London Eye que nunca se detiene y no va a ninguna parte midiera menos que el Big Ben, los bizarros penthouses de los hoteles más sofisticados de Hong Kong en un thriller olvidable, salvo por la arquitectura monumental construida con el anhelo de superar su espíritu impotente ante sus gemelas en el mundo occidental que les vendieron.
Las inolvidables y bellas montañas, cascadas y glaciares, aún ligeramente vírgenes, de Groenlandia en una película sobre en fin del mundo totalmente olvidable. Islandia en una conmovedora escena de Sensei8, una de tantas, pero esta desde el aire. Una escuela o un hospital estallando en Afganistán en una culposa serie bélica yanqui sobre su rol de asesinos asépticos y sus cicatrices morales en los pilotos a control remoto, a miles de kilómetro de distancia y a milímetros del dolor que causan.
Un seguimiento aéreo con tecnología de reconocimiento facial visto desde la calle en una marcha anti algo en China, Corea, Londres, Madrid o la Hipólito Yrigoyen.
El futuro en un delivery robot de Amazon que reemplaza a 14 empleados, un regalo de navidad para niños ricos o no tanto, el peor enemigo de unos fugitivos en una distopía retro punk futurista ya en curso y acelerando.
Hemos encontrado el ojo de Dios en un dron.
Y como con Dios acá también el problema es saber quién es y quién lo maneja.
You don’t think that? Por las dudas, subite la capucha de la sudadera y no te bajes el barbijo… aprovechá que hay una falla en el sistema y con él puesto, ni siquiera tu iPhone te puede reconocer.